Nunca olvidaré la silueta de tus pies, la forma de tus dedos y su movimiento, ni tu arco, ni tus talones. Hoy los veo sin acercarme y no puedo evitar sentir que los estoy tocando, como cada noche desde la primera vez, después de tanto insistir, conseguí sentirlos.
Me sorprende como mis manos sienten cada parte de ellos, se moldearon y adaptaron a su forma, a su belleza. Ni siquiera los toco y puedo palpar cada curva, cada recoveco, cada parte de piel. Siempre he sido el amante de ellos y ellos han sido mi perdición, mi locura.
Nunca olvidaré, nunca olvidaré...
Seguro cuando muera, estaré soñando con ellos, entre delirios y susurros, los llamaré una y otra vez, les pediré que estén conmigo y mis manos se moverán pensando que están.
En ese instante, mientras las lágrimas recorran mi rostro, quizá, solo quizá, dejen de ser líquidas y se conviertan en tus pies por última vez.
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