miércoles, 21 de octubre de 2009

Un retrato.

[Sediento el hombre, anhelando a su mujer, va mendigando por los surcos de su mente, recogiendo hasta los recuerdos olvidados, y lo único que tiene entre sus manos, es un papel, con su retrato]



He visto tu fotografía y he cruzado la cerca, el corral,
He olvidado mi presente; mi imagen se esfumó frente al cristal,
Me he dilatado con el sol de tu rostro y me uní con el aire,
Somos dos en un vuelo sin norte que aterriza siempre en tu mirada.


El pedazo de papel, que guardo con recelo en mi cartera,
Es el portal del tiempo, el boleto de ida a un lugar sin regreso,
Con las noches transcurridas se irá poniendo viejo, amarillo,
Pero tu rostro retratado, siempre será un amanecer eterno.


Es que son tus ojos un par de aerolitos abiertos,
Un par de cometas que al tocar el suelo se vuelven flores,
Son las lunas etéreas de una constelación de unicornios,
El grito de un ángel moribundo, que se lamenta por no tenerte.


Entonces me pregunto: ¿Qué don me ha dado dios?
¿Qué beneficios tiene, este mortal imperfecto?
Este cuerpo que se deshace al pasar de los sueños,
Es el mismo que te ha tocado, que te ha visto, que te ha besado.


Es mi bendición haberte conocido, ¡Nunca dejaré de buscarte!
No pararé, hasta encontrar tu cuerpo, desnudo frente al mar,
En ese rincón de nula existencia, dónde el eclipse, es eterno,
Dónde dos sombras se bañan en la arena, y son la envidia del planeta.


Lo recuerdo, fué allí dónde te vi pasar y me aferré a ti,
Me arrastraste por mil cielos, por diez estalactitas,
Iba prendido de tus faldas, perdí el conocimiento pero no me solté,
Yo no iba a dejarte ir, había encontrado un vuelo de libélula.

Y hoy incrustando los ojos en tu retrato pregunto una y otra vez...

¿Quién no sería dichoso?

Si tu boca, es un faro en medio de la noche espesa,
Si tu nariz, es un huerto de almendras exquisitas,
Si tus cejas, son un poblado de amables bellezas,
Si tus párpados, son la diversión de mis hambrientos labios.


Si tus pestañas, son cosquillas de múltiples colores,
Si tus brazos, son prisiones de seda para mi cuerpo,
Si tus manos, son una multitud de caricias perfectas,
Si tus orejas, son el alimento de un desenfrenado poeta.



Si tus mejillas, son piezas de la porcelana más fina,
Si tus cabellos, son enredaderas frondosas en medio del otoño,
Si tus pechos, son la cima de mi gloria y el éxtasis de mis manos,
Si tus caderas, son el ancho mar donde me ahogo.


Si tus piernas, son el contorno de una sombra perfecta,
Si tus pies, son el monumento a la belleza divina,
Si tus lunares, son una constelación de hermosas estrellas,
Si tu ser, es el clímax de la vida, del tiempo, del espacio.



Y…



¿Quién no sería dichoso?






© Rafa Salinas 21, X, 09

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